Una odisea animal

El sábado en la segunda fecha del Cosquín Rock Uruguay, Slow Burnin’ subió por primera vez al escenario de este festival en un show emotivo con un toque de suerte.

Recibir la noticia de su participación en uno de los festivales más importantes de rock en Uruguay fue otro importante hito para esta banda que viene haciendo bailar al ritmo del reggae, el ska y el candombe desde hace trece años, aniversario que festejaron el 12 de mayo de este año. Y no pudo haber mejor regalo de cumpleaños que formar parte de este line up que incluía a eminencias como La Vela Puerca y No te va gustar, entre muchos otros. 

El desafío apareció cuando vieron los horarios del festival: su show empezaría cuando en el escenario principal estaría tocando justamente la banda liderada por Sebastián Teysera. Fiel a los principios de “la Slow” (o “el Slow” ya que como dice su vocalista Martín “Cabe” Fossemale, la banda no tiene género) aprovecharon las circunstancias para convertirlo en algo positivo. 

Fue así como el toque arrancó en el escenario auspiciado por Volkswagen yendo claramente de menos a más en todo sentido. Los primeros minutos fueron ante un público nutrido de fieles seguidores que conocían sus letras y alentaban a la banda. “Me dijeron que no hable, pero hablo para hacer tiempo” decía Cabe dejando entrever una estrategia preconcebida.

De pronto, como si alguien les hubiera avisado por cucaracha, en el exacto momento en el que La Vela Puerca terminó su show, Slow Burnin’ tiró toda la carne al asador y con toda la potencia que tiene esta banda de más de una decena de integrantes, tocaron el hitazo que da nombre a su último disco: Animales del mundo. 

El show contó con la participación especial de Lobo Nuñez, junto a su hijo y su nieto.

“Vienen por la tierra, vienen por el mar” cantaban y parecía que hablaban del público del Cosquín que atraídos como por cantos de sirena se fueron sumando llegando casi a completar el pasillo de la rural del Prado hasta la entrada del predio. Los fanáticos de siempre se daban vuelta para admirar a la multitud que llegaba por curiosidad y se quedaba por la buena música, la positividad y esa sensación de “familia” que da cantar los estribillos pegadizos de Slow Burnin’. 

La foto final de la banda fue con un mar de gente de fondo que ahora forma parte de esta familia uruguaya que no conoce fronteras. Seguro muchos de ellos se sumen a la próxima fecha que tendrá lugar el 17 de julio en la Sala del Museo, donde la banda se despide antes de partir para una gira por España que incluye fechas en Barcelona, Madrid, Ibiza y más. Una odisea animal que no se detiene, recién empieza. 

Texto: Damasia Patiño Mayer
Fotos: Victoria Boffano

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